En un rincon del alma tengo las penas que me dejaron los "adios",

se aburren los poemas que mi mano no escribió

y me hieren los "te quiero" que mi boca no pronunció

de que sirve pues la vida reservarme lo que siento como lo hago hoy

si tal vez este dia alguien que no me conoce escuchara mi voz

miércoles, 25 de mayo de 2011

El grito. Edvard Munch



El Grito de Edvard Munch es una de las más célebres pinturas de todos los tiempos y es uno de los más reconocibles iconos culturales de nuestro tiempo. No es de extrañar. Sus colores estridentes, sus rotundas pinceladas y sus retorcidos trazos lo convierten en una de las más realistas expresiones de la angustia y del dolor del ser humano.
Por eso, tampoco es extraño, que la historia que hay detrás de este cuadro sea tan tortuosa como los trazos que lo componen.
El origen de este cuadro y de toda la obra de Munch hay que buscarlo dentro de la cabeza del pintor. Un padre excesivamente severo, una infancia enfermiza y el trauma de, siendo un niño,  presenciar la muerte de su madre y una hermana llevan a Munch a sufrir serios problemas mentales que hoy en día se diagnosticarían como un desorden bipolar. El mismo Munch lo explica así:
“La enfermedad, la locura y la muerte fueron los ángeles que rodearon mi cuna y me siguieron durante toda mi vida”
La mezcla de un talento innato y su locura, dan como resultado el genio de la pintura que hoy conocemos por sus angustiosos cuadros, en donde destaca sobre todos los demás, “EL Grito”.
El cuadro comienza a gestarse en una tarde de 1892 que el pintor describe así en su diario:
Paseaba por un sendero con dos amigos – el sol se puso – de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio – sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad – mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza.



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